jueves, enero 18, 2007

"On An Island", de David Gilmour

Es indiscutible. David Gilmour es uno de los grandes. Y con este trabajo en solitario, el tercero de su carrera, tras "David Gilmour" (1.978) y "About Face" (1.984), lo ha confirmado.
Corría el año 1.967. Tras una breve carrera con otras bandas, Gilmour recibe la oferta de unirse a Pink Floyd. Syd Barrett, un viejo amigo suyo, se estaba pasando con las drogas, y no era capaz de mantener el nivel ni la exigencia de sus compañeros de su grupo. Sin embargo, la banda necesitaba sus composiciones y no podían deshacerse de él a la ligera, así que contactaron con el de Cambridge para que apoyase las partes en las que Barrett flaqueaba constantemente.
Al poco se dieron cuenta de que Syd ya no estaba "en este mundo" (para él, la solución a Pink Floyd era meter dos saxonistas y tres coristas, por ejemplo) y tomaron la decisión de echarle. Era mejor jugársela sólo los cuatro que verse expuestos a cualquier locura de Barrett.
La historia de Pink Floyd, a partir de entonces, es bien conocida. Ventas multimillonarias de discos, giras internacionales, y un final un tanto aciago (para mí, Pink Floyd acaba con la marcha de Roger Waters) ponía punto y final a una de las más influyentes y mejores bandas de la historia del rock.
Gilmour, no obstante, y con el nombre de Pink Floyd, continuó editando discos junto a Mason a la batería y Wright al teclado. Ven la luz "A Momentary Lapse of Reason" y "The Divison Bell", que contiene una de las mejores canciones de la banda, "High Hopes", de la que se rodó un videoclip precioso.
En 2.005, durante el "Live8" promovido por Bob Geldoff, la banda (incluido Roger Waters) aparcó sus viejas rencillas, y ofreció un único concierto a modo de recordatorio de los viejos tiempos. A pesar de los rumores que a raíz de éste surgieron, parece poco probable que Pink Floyd retome la carretera y vuelvan a unirse para hacer música.
Sin embargo, David Gilmour no detiene su actividad a pesar de sus 60 años. Junto a las labores de producción y de ingeniero de sonido que nunca ha abandonado (ha colaborado con músicos de la talla de Tom Jones, Elton John, B.B. King, Pete Townshend, Supertramp, Bob Dylan, Alan Parsons...y un largo etcétera), sigue haciendo música. Este disco es fiel reflejo de que el que tuvo, retuvo.
Con grandes colaboraciones (Crosby, Nash, el propio Wright...) y el debut de Gilmour como saxofonista, abarca un amplio abanico de estilos. Desde su introducción, muy al estilo de "Wish You Were Here", hasta el final demuestra que el talento de Gilmour sigue vivo. "On An Island" que le da título es soberbia, como "This Heaven", que tiene un toque más bluesero, y "Take a Breath" podría haber sido firmada por el mismísimo Barrett.
Por supuesto, tiene algunos bajones, pero sinceramente, creo que es un disco muy recomendable. Gilmour tiene intención de hacer gira, así que estaremos al tanto, porque seguro que merecerá la pena.
Más información: www.davidgilmour.com

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

hablando de viejas glorias. este finde me voy a pillar la entrada para ver a Sting que toca por el centro en febrero.

3:27 p. m.  
Blogger Pablo Mayoral said...

A mí con esta gente de Pink Floyd no se me levanta, no así con JUDAS, con esas guitarras tocando a todo rabo (rabo como unidad de medida de velocidad, de volumen y de molar en general) y Halford rompiendo cristales y diciendo maarradas.

Buah, me voy a poner el Defenders of the Faith.

4:49 p. m.  

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