Si bebes no conduzcas

Parece ser que últimamente mi jefe está empeñado en que no me dedique a lo mejor de la vida. Y no me refiero a esto, sino a tocarme los cojones.
Hace poco, gracias a Milveinticinco, redescubrí la canción "Superstition" de Estebancito Maravilla (Estivi Guonder, para los carrascalienses), y, sólo puedo decir que, efectivamente, es la releche.

De hecho, y al igual que los chistes que se hacían del viejo Stevie en los ochenta (todos sabemos en qué calle y piso vive el de Michigan), él en sí es un fenómeno. No sólo porque sea ciego y negro (que también), sino porque, repasando su vida, uno se da cuenta de que lleva más de cuarenta años cantando y haciendo auténticos temazos ("Part Time Lover", "Master Blaster (Jammin)", "You Are the Sunshine of My Life"...), meneando su cabeza y enseñando la piñata más blanca que ahora mismo puedo recordar (lo siento Ansar, también recuerdo tus piños, pero no eran tan blancos).

Con 11 años le fichó la Motown (de ahí le viene el nombre), y en aquellas macrogiras que la compañía organizaba, la América de los 60 cayó rendida a sus pies. Tenía ritmo el enano.

Poco a poco, ya en los 70, se fue haciendo con el control de su carrera, hasta separarse totalmente del sello. Pegó el gran pelotazo (más de 100 millones de discos vendidos, macroconciertos (con Bob Marley, incluso), bandas sonoras...). Hombre, hay que admitir que en los últimos quince años ha estado de capa caída, pero nunca ha dejado de ser un referente

Toca las congas, la batería, el bajo,...y cómo no, el teclado y la armónica, y, lo siento, táchanme de injusto, pero en este país siempre le recordaremos por esto: